En poco tiempo he sido testigo de 2 dramáticos casos de suicidio de adolescentes en mi provincia que me han sacudido y ante lo que no puedo permanecer indiferente.
Es crucial unirnos como comunidad para abordar temas delicados que nos afectan a nosotros y a nuestros hijos. Es fundamental entender las posibles causas y actuar para prevenirlo.
Hemos de hablar abiertamente en familia sobre la salud mental y desestigmatizar las conversaciones sobre la terapia y el apoyo psicológico. Buscar ayuda no es signo de debilidad, sino de fortaleza.
La ciencia nos enseña que la adolescencia es una etapa compleja en el desarrollo humano, y nuestros hijos viven presiones y desafíos que, a veces, les resultan estresantes y abrumadores.
En España, el suicidio en adolescentes es una preocupación creciente. Según el Instituto Nacional de Estadística, en 2020 se registraron 165 suicidios en menores de 25 años, en 2021 se registraron 338 casos y en 2022 fueron 345 menores de 30 años. De ellos, 12 son niños de 10 a 14 años. Una cifra alarmante que subraya la necesidad de tomar medidas preventivas.
Posibles causas:
1. Problemas de salud mental.
La mayoría de los casos de suicidio en adolescentes están vinculados a trastornos mentales no diagnosticados o no tratados, como la depresión y la ansiedad.
En los adolescentes, los síntomas pueden manifestarse de manera diferente a los adultos: estado continuo de irritabilidad, explosiones temperamentales y enfados continuos. Cambios en el apetito y el sueño, y dificultades académicas o en las relaciones personales.
La adolescencia es una época en la que están formando su identidad y autoimagen. Los problemas de autoestima, la insatisfacción con la apariencia o la sensación de no encajar pueden aumentar el riesgo de problemas de salud mental.
2. Bullying y acoso escolar.
El acoso tiene un impacto emocional devastador en la salud mental de los adolescentes. Les causa emociones abrumadoras como la tristeza, el miedo y la vergüenza.
La constante hostilidad y humillación hace que se sientan excluidos y aislados de sus compañeros, indefensos y sin esperanza, lo que agrava su sensación de soledad.
El acoso socava su autoestima y su autoimagen. Se creen los mensajes negativos que reciben de sus acosadores y dejan de confiar en sí mismos.
3. Problemas familiares.
La dinámica familiar tiene un impacto significativo en la salud emocional de los adolescentes. La presencia de conflictos frecuentes o intensos entre los miembros de la familia puede generar un ambiente inestable y estresante para los adolescentes. Los conflictos mal gestionados pueden hacer que los jóvenes se sientan atrapados en medio de disputas y culpables de los problemas familiares.
El abuso emocional, físico o sexual en el seno de la familia tiene efectos destructivos en la salud mental de los adolescentes. Experimentan sentimientos de vergüenza, culpa y miedo, lo que aumenta el riesgo de problemas de salud mental y pensamientos suicidas.
La falta de apoyo emocional por parte de los padres hace que se sientan solos, incomprendidos y desamparados ante las dificultades de la vida.
4. Problemas académicos.
La presión académica excesiva, las altas expectativas y el temor al fracaso son un desencadenante de estrés y ansiedad. Un impacto significativo en su salud mental.
Pueden sentir que su valía se basa únicamente en su éxito académico y les lleva a descuidar otras áreas importantes de sus vidas, como las relaciones sociales y la salud física.
Esto puede manifestarse en síntomas como insomnio, nerviosismo y preocupación constante.
5. Abuso de sustancias.
El consumo de drogas y alcohol alteran el equilibrio químico en el cerebro y aumentan la impulsividad, lo que significa que los adolescentes pueden tomar decisiones precipitadas sin pensar en las consecuencias. Esto incluye la posibilidad de dañarse a sí mismos.
Autolesionarse, como cortarse, es una forma de lidiar con el dolor emocional. Es un indicio claro de angustia emocional y debe tomarse muy en serio.
Pero como padres informados y comprensivos podemos marcar la diferencia. ¿Cómo?
Te doy algunas estrategias:
Escucha activa:
Mantén un canal de comunicación abierto y sin juicios con tu hijo/a. Pregúntale cómo se siente y escucha atentamente lo que tiene que decir. A veces, solo el hecho de saber que alguien se preocupa puede aliviar la carga emocional.
Reconoce las señales:
Aprende sobre las señales de alerta que indican que tu hijo/a podría estar luchando emocionalmente. Estas incluyen cambios en el comportamiento, aislamiento social, pérdida de interés en actividades que antes le atraían y expresiones de tristeza o desesperación.
Fomenta la resiliencia:
Ayuda a tu hijo/a a desarrollar habilidades para afrontar el estrés y la adversidad. Esto incluye promover la autoestima, enseñarles a resolver problemas y animarles a buscar apoyo cuando lo necesiten.
Conexión social:
La soledad puede aumentar el riesgo de problemas emocionales.
Las relaciones sociales proporcionan un importante apoyo emocional. Tener amigos y familiares en quienes confiar fomenta que los adolescentes compartan sus experiencias y preocupaciones, lo que les ayuda a procesar sus emociones y encontrar soluciones a los problemas.
Tiempo de calidad en familia:
Dedícale tiempo de calidad para fortalecer los lazos afectivos y crear un ambiente de confianza.
Demuéstrale tu amor y apoyo incondicional. Hazle saber que siempre puede contar contigo.
Queridos padres, recordemos que nuestro papel en la vida de nuestros hijos es fundamental. Estas orientaciones son un recordatorio de que estamos aquí para apoyar, escuchar y guiarlos a través de las complejidades de la vida.
Si sientes que tu hijo necesita ayuda profesional, recuerda que llevo más de 25 años tratando con adolescentes y padres. Me tienes aquí para cualquier consulta, no dudes en contactarme, estaré encantada de ayudarte.
⚠️ Recuerda que hay cosas que pueden esperar, tu hijo/a NO.